jueves, 3 de enero de 2008

Petaquilla hace 14 años

Hace unos 14 años, como corresponsal de la agencia de prensa ACAN-EFE, entrevisté al Richard Fifer, alto directivo de la minera Petaquilla, empresa que en ese entonces daba sus primeros pasos en Panamá y que tras la caída del precio del cobre a nivel internacional, suspendió los trabajos a la espera de que las cosas mejoraran. Por razones de edición y espacio, al publicar la noticia La Estrella de Panamá (Lunes,14 de febrero de 1994) dejó por fuera lo referente a la construcción de una carretera hacia el Caribe, además de una terminal portuaria, con el fin de sacar el metal hacia los mercados internacionales.


-Un grupo canadiense-panameño-
Consorcio minero invertirá más de 300 millones en Cerro Petaquilla

Por Carlos Camarena Medina

Panamá, (ACAN-EFE).- Un consorcio minero canadiense-panameño invertirá más de 300 millones de dólares en la explotación de una mina “polimetálica ” cuyas reservas se valoran en 20,000 millones de dólares y que generará más de 3,200 empleos directos en su máximo período de actividad.

El proyecto minero de Cerro Petaquilla, ubicado en la provincia de Colón, a más de 200 kilómetros al noroeste de la ciudad de Panamá, se encuentra en proceso de exploración y es ejecutado por la empresa Minamérica Corporation y en asocio con Adrián Resources Limited de Ontario, Canadá.

Además de las 3,200 plazas de trabajo, la explotación minera de Cerro Petaquilla generará otros 16,000 empleos indirectos y su nómina podría alcanzar de 40 a 45 millones de dólares anuales, dijo a ACAN-EFE el presidente de la empresa Minamérica Corporation, Richard Fifer.

Agregó que el proyecto de Petaquilla -en cuyos estudios de exploración se han invertido unos 15 millones de dólares, e igual cantidad en los próximos 18 meses- tiene una vida útil de 50 años y se extraerán unas 100 mil toneladas de rocas por año.

Fifer dijo que anualmente más de 300 millones de dólares circularán en torno a este proyecto, de los cuales el 60 o 65 por ciento, en concepto de salarios, infraestructuras, gastos de operación e impuestos, entre otros, se quedará en Panamá.

Adelantó que la obra tendrá una demanda eléctrica de 80 megavatios (el 12 por ciento del consumo nacional) por lo que se construirá una hidroeléctrica en los ríos Toabré y Coclé del Norte, que generará 50 megavatios, y una plata termoeléctrica para cubrir el resto de la demanda.

La mina de Cerro Petaquilla es una de las más grandes de Panamá -solo es superada por la reserva cuprífera de Cerro Colorado- abarcará 1,200 kilómetros cuadrados y se estima que impactará un radio de 2 mil hectáreas, explicó Fifer.
Cerro Colorado, ubicado en la provincia de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica, es el mayor yacimiento de cobre no explotado del mundo con reservas estimadas en 10.9 millones de toneladas del metal.
Como compensación a los daños ambientales, Fifer dijo que en el área se reforestarán unas 8,000 hectáreas y se equiparán por 5 años a los guardaparques del Parque Nacional El Copé, el cual mide 6,000 hectáreas y está cercano al proyecto minero.
Fifer informó de que Petaquilla es una mina “polimetálica ” en la cual existen reservas de 4,000 millones de onzas de cobre, 5 millones de onzas de oro, 10 millones de onza de plata y una cantidad no calculada de molidebno.
Explicó que una vez terminen las exploraciones, durante los siguientes dos años y medio los directivos de Minamérica Corporation y otras empresas se dedicarán a captar fondos para financiar el proyecto, que podría costar entre 300 y 350 millones de dólares.
Por otra parte, un ejecutivo de Minamérica Corporation dijo a ACAN-EFE que esta empresa espera la participación de consorcios bancarios y de industrias de construcción del Japón, aunque no los identificó, ni especificó el monto que se invertirá.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Ambientalistas piden a Presidente moratoria para minería a cielo abierto


Por Carlos Camarena Medina
Periodista
Nueve organizaciones ambientalistas solicitaron al presidente Martín Torrijos, "una moratoria razonable de la minería de cielo abierto de minerales metálicos", ante los peligros que implican estos proyectos en áreas caracterizadas por frágiles ecosistemas, además de los daños que ocasionan a las personas que habitan en áreas cercanas a proyectos como el de Petaquilla, en el distrito de Donoso, provincia de Colón.

En carta abierta dada a conocer hoy en conferencia de prensa y dirigida al presidente Torrijos y que será publicada mañana martes 13 de noviembre en diarios de la localidad, las organizaciones lideradas por la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ANCON), destacan que las circunstancias que rodean a la explotación minera a cielo abierto ponen en riesgo los frágiles ecosistemas, particularmente en bosques tropicales húmedos, exponiendo los suelos a deslizamientos y a la población a contaminación del agua, aire y tierra; afectando grandes extensiones de bosques. La mina Santa Rosa, en Veraguas, es un claro testimonio de un antecedente negativo en nuestro país.

Las agrupaciones ambientalistas reiteraron al Mandatario su solicitud de una moratoria razonable de la minería de cielo abierto de minerales metálicos haciéndonos eco de sus palabras expresadas durante la última Asamblea de la ONU: “existe ya plena conciencia del problema -la crisis ambiental del planeta- pero hace falta voluntad política para enfrentarlo con decisión y asumir consecuencias”. "A esa voluntad apelamos", destacaron.

A continuación la carta dirigida por las agrupaciones ambientalista al presdiente Torrijos.

Carta Abierta
Al Excelentísimo Señor Presidente Martín Torrijos Espino

Las organizaciones abajo firmantes nos dirigimos a Usted, con el debido respeto, a fin de solicitarle una moratoria razonable en la actividad minera y en especial la de cielo abierto de minerales metálicos, para que la sociedad panameña, en debate abierto y transparente, decida si las condiciones bajo las cuales esta actividad se está realizando son cónsonas con los mejores intereses del país.

Nuestra solicitud obedece a las siguientes consideraciones:

Panamá ha elegido como política de Estado incentivar el turismo promoviendo, especialmente, las maravillas naturales de nuestro país. Por lo tanto, resulta importante que la política pública para la explotación minera no sea incongruente con la estrategia de proteger el ambiente y atraer el turismo.

Independientemente de las diversas visiones que existen acerca de la importancia de la naturaleza en la economía nacional, nuestros recursos naturales poseen incalculable valor que se traduce en ingresos sostenibles. Debemos evaluar todas las alternativas de desarrollo que se puedan promover en cada región.
Las circunstancias que rodean a la explotación minera a cielo abierto ponen en riesgo los frágiles ecosistemas, particularmente en bosques tropicales húmedos, exponiendo los suelos a deslizamientos y a la población a contaminación del agua, aire y tierra; afectando grandes extensiones de bosques. La mina Santa Rosa, en Veraguas, es un claro testimonio de un antecedente negativo en nuestro país.
Preocupa que algunos de los proyectos mineros presentes y futuros puedan afectar el Corredor Biológico Mesoamericano, del que forma parte Panamá junto a México y Centroamérica mediante convenio internacional. Lo anterior ha facilitado que, para su protección, la Nación haya recibido apoyo financiero de organismos de cooperación multilateral como el Banco Mundial y la Agencia Alemana de Cooperación, así como donaciones del Fondo para el Medio Ambiente Global.
Países de la región están reevaluando sus políticas mineras. De hecho, en el año 2002 Costa Rica prohibió la apertura de minas a cielo abierto en su territorio logrando, con esta iniciativa, una verdadera y permanente fuente de desarrollo sostenible. Estas experiencias ameritan que revisemos nuestras leyes de minería.
Los acuerdos validados recientemente a través del proceso de Concertación Nacional para el Desarrollo incorporan no sólo la necesidad de “garantizar la sostenibilidad de los servicios ambientales” de Panamá, sino también de “generar cambios necesarios para contar con un sistema de inversiones transparente” en donde “las actividades productivas sean sostenibles en lo económico, social y ambiental”.
Por todo lo anterior, reiteramos nuestra solicitud de una moratoria razonable de la minería de cielo abierto de minerales metálicos haciéndonos eco de sus palabras expresadas durante la última Asamblea de la ONU: “existe ya plena conciencia del problema -la crisis ambiental del planeta- pero hace falta voluntad política para enfrentarlo con decisión y asumir consecuencias”. A esa voluntad apelamos.

Suscriben las siguientes organizaciones:
Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ANCON)
Sociedad Audubon de Panamá
Centro de Estudio y Acción Social Panameño (CEASPA)
Centro de Incidencia Ambiental-Panamá (CIAM)
Centro Internacional para la Capacitación Ambiental (CICA)
Fundación Marviva
Fundación Panamá Verde
Fundación para la Protección del Mar (PROMAR)
Red de Reservas Naturales Privadas

jueves, 6 de septiembre de 2007

ANCON alertará a panameños sobre impacto ambiental de mina de Petaquilla

Por Carlos Camarena Medina
Periodista

La Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ANCON) dejó muy en claro ante la opinión pública panameña su preocupación por los impactos de las operaciones del proyecto minero Petaquilla Minerals, tanto en esta primera fase de extracción de oro como en la futura explotación de cobre, en un área de 13 mil hectáreas en la comunidad de Coclesito, provincia de Colón.

En conferencia de prensa, la directora ejecutiva de ANCON, Alida Spadafora, advirtió que la principal organización ambientalista del país no escatimará esfuerzos para informar y alertar a la comunidad panameña sobre los impactos de este proyecto minero, a la vez que procurará alianzas con sectores y organizaciones de defensa del ambiente brindando respaldo científico para apoyar futuras acciones.

Spadafora dio estas declaraciones luego de visitar el pasado 24 de agosto el proyecto minero y destacó que se trata de una extracción minera que se hará en un área de rica biodiversidad, que forma parte del Corredor Biológico Mesoamericano. Es una región muy frágil donde la afectación de los ecosistemas, impactará a los seres humanos que habitan esta zona montañosa, agregó.

En tono pausado y firme, la directora ejecutiva de ANCON precisó que no se pueden desarrollar actividades que no sean compatibles con las fortalezas que tiene Panamá, como el turismo, por ejemplo. “Si hay que cerrar cualquier proyecto que atente contra la biodiversidad, se tiene que cerrar”, subrayó.

Precisó que fiel a su misión, ANCON siempre defenderá la conservación de los recursos de la rica biodiversidad del país ante cualquier situación o proyecto que atente contra su degradación y por ende la calidad de vida de las comunidades aledañas y del país en general.

"Nos preocupa sobremanera que en este caso concreto se trate de la afectación de más de 13,000 hectáreas que forman parte del Corredor Biológico Mesoamericano, impactando directamente los servicios ambientales (forestales, hídricos, biodiversidad, aire, suelos, salud, entre otros), por la destrucción de bosques primarios y por los riesgos asociados en el uso de químicos que serán utilizados en el proceso de extracción de minerales en el sitio de emplazamiento de la mina", manifestó.

Precisó que como organización ambiental de la sociedad civil, directivos de ANCON visitaron el sitio de la mina el pasado 24 de agosto, junto con funcionarios de ésta, a quienes les comunicaron su profunda preocupación por los impactos del desarrollo de su actividad, especialmente tomando en cuenta la fragilidad de los ecosistemas tropicales característicos del sitio, que a la vez tiene la particularidad de ser uno de los reductos de bosques primarios mejor conservados del país, donde precisamente se desarrolla la extracción minera.

Spadafora dijo que reconociendo las necesidades de las comunidades del área, recomiendan al estado y otros agentes del desarrollo la realización de análisis y planes que promuevan alternativas en pro de mejorar la calidad de vida y condición de desarrollo, pero que a la vez sean amigables con el ambiente y coherentes con el uso sostenible de las riquezas naturales.

Destacó que al momento que hicieron la visita al proyecto minero, las obras que se realizan no cuentan con el aval del Estudio de Impacto Ambiental aprobado por la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), porque este documento nada más ha sido admitido. “Y eso es ilegal”, destacó.

La directora ejecutiva de ANCON expresó su preocupación por el impacto que tendrá una mina a cielo abierto en un área caracterizada por sus bosques, muchos de ellos primarios y vírgenes. Ya se han abierto los caminos y eso no se va a quedar ahí, añadió.

Reiteró que se trata de un área rica en biodiversidad y que la conservación de esta cubierta boscosa, por todos los beneficios que ofrece a las comunidades adyacentes y al país, “es nuestro verdadero oro”.

“Por todo lo anterior ANCON no escatimará esfuerzos para informar y alertar a la comunidad panameña sobre los impactos de este proyecto minero a la vez que procurará alianzas con sectores y organizaciones de defensa del ambiente brindando respaldo científico para apoyar futuras acciones”, precisó la directora ejecutiva de ANCON, quien agregó que en vista que la mina está dentro de un área que pertenece al Corredor Biológico Mesoamericano, proyecto que cuenta con financiamiento internacional, se podría tomar acciones de presión a nivel internacional.

El proyecto minero de Petaquilla está ubicado en la comunidad de Coclesito, corregimiento de San José del General, distrito de Donoso. Actualmente, la empresa minera realiza una intensa campaña de relaciones públicas, haciendo donaciones, habilitando escuelas y hospitales, además de la dotación de medicamentos y equipos útiles para los centros escolares.

Camino a Coclesito se ve el impacto de la empresa minera en esta región, pero basta visitar las comunidades aledañas y, por ende, más vulnerables al proyecto, para palpar el descontento de quienes sienten que su nivel de vida no ha mejorado y perciben sobre ellos la amenaza que conlleva la deforestación, la contaminación, la escasez de agua, y la desaparición de la vida silvestre.

Todo mega proyecto impacta al medio ambiente y áreas cercanas; y ya en Coclesito se siente la transformación que ocasiona la actividad minera: por un lado se ha mejorado el camino de Llano Grande a esta comunidad, y la empresa hace donación e invierte en obras sociales, mientras que montaña arriba el medio ambiente recibe los primeros embates.

Por ello, es necesario vigilar esta actividad, sobre todo tratándose de una mina a cielo abierto; por lo que tocará a la Autoridad Nacional del Ambiente y organizaciones como ANCON velar para que la empresa cumpla rigurosamente con las normas ambientales; porque no basta con entregar tal o cual donación y destacarlo con bombos y platillos en espacios pagados.

martes, 4 de septiembre de 2007

Treinta años después, la historia nos da la razón


Por Carlos Camarena Medina
Periodista

Quizá hace 30 años, cuando se firmaron los tratados Torrijos-Carter, que marcaron el fin de la presencia de tropas estadounidenses acantonadas en Panamá y la devolución del Canal y las áreas revertidas a los panameños, no imaginé la trascendencia que con los años tendría este hecho histórico que desde entonces ha marcado la vida de los panameños, más allá de la salida de los gringos de nuestro país.

Se veía todo tan lejano, pero lo cierto es que dos años después, el 1 de octubre de 1979, entraron a regir los tratados del Canal, con un acto lleno de simbolismo: la izada de la bandera panameña en la cima del cerro Ancón, emblema que todos los días nos recuerda que ya desapareció aquellas cercas y retenes que impidieron a panameños entrar a áreas que formaban parte del territorio nacional.

Los años 80 y 90 pautaron un proceso de reversión armónica y tengo un especial recuerdo de lo que fue la reversión de Fuerte Davis (otrora sede de la Escuela de Las Américas) y, como periodista y testigo de primera línea, viví la emotividad de ver cómo se arreaba la bandera estadounidense para luego izar el emblema panameño.

El año 1999 llegó y quiso el destino que quienes 23 años atrás habían adversado los tratados Torrijos-Carter y se opusieron a la reversión del Canal a Panamá, les tocara recibirlo. En aquella ocasión fue un acto lleno de simbolismo, cuando terminado el conteo formal y los actos protocolares, el público asistente rompió las normas y escaló las escalinatas del edificio de la administración del Canal.

No hay que obviar que, a pesar de tratarse de una fiesta nacional, a los que les tocó recibir el Canal desde el Gobierno no se le notaba el entusiasmo, que quizá les hubiera embargado de considerar ellos este logro como algo propio. En el fondo, los remordimientos por haber adversado los tratados del Canal salieron a relucir.

El pasado 22 de octubre el pueblo panameño aprobó de manera abrumadora el proyecto de ampliación del Canal; y este 3 de septiembre, a 30 años de la firma de los tratados Torrijos-Carter, iniciaron los trabajos de ampliación, con una explosión en el cerro Paraíso, en una acto igual de concurrido que cuando el Canal revirtió a Panamá, lleno de simbolismo y esperanza.

Y digo esperanza, porque a pesar de las críticas viscerales de quienes no tienen la gallardía de reconocer las cosas buenas; el proyecto de ampliación del Canal es una obra de futuro que traerá consigo mejores días para los panameños.

¿Qué resolverá todos los problemas que nos aquejan? Eso lo dirá el tiempo, pero lo cierto es que, tal como lo dijo el presidente Martín Torrijos, en el histórico acto de inicio de ampliación del Canal: este proyecto no es de nadie, ni nadie se puede abrogar la paternidad, pues “los panameños somos los únicos socios, los únicos accionistas y sus únicos dueños”.

Y así será, porque como sucedió, que a quienes adversaron los tratados Torrijos-Carter en 1977 la historia les dio una lección y les tocó recibir el Canal el mediodía del 31 de diciembre de 1999; así mismo los que se opusieron tenazmente y abogaron por el no en el referéndum del pasado 22 de octubre -irrespetando y tratando de vendidos y corruptos a los que no compartían sus puntos de vistas- ahora exigen trabajar en las obras de ampliación del Canal, con todo el derecho que les compete. Así de noble es este proyecto.

Se trata, pues, de una obra que pertenece por entero al pueblo panameño y sólo a él le corresponde el mérito histórico y a él sólo le corresponden los beneficios que genera ahora y en el futuro, precisó Torrijos.

Por ello, el mandatario señaló que ha llegado el momento del Panamá de las visiones compartidas, no el de los proyectos políticos egoístas; del Panamá que suma, el que aporta ideas y no el de enfrentamientos que a nada conducen y que nada construyen, porque “los panameños no tenemos vocación de odio y hemos demostrado cordura y sabiduría cuando se ha tratado de imponer la pequeñez y la mezquindad”.

“Que este acto sirva para que nunca más la familia panameña la divida el odio y las confrontaciones. Que este 3 de septiembre quede registrado como el día donde juntos hicimos que fuese más altiva y más grande nuestra patria. Estamos siendo testigos de un hecho singular e irrepetible. Los panameños de hoy hemos tenido el excepcional privilegio de vivirlo y alcanzar una altura que los pueblos sólo logran en momentos muy especiales de su historia”, puntualizó Torrijos.

martes, 7 de agosto de 2007

Petaquilla: ¿riquezas?, contaminación y oropel



Por Carlos Camarena Medina
Periodista

En 1995 visité por primera vez Coclesito -comunidad inmersa en la zona montañosa de Colón- cuando iniciaba la exploración del proyecto minero en Petaquilla, que llegó acompañado de la rehabilitación del camino hacia esta región, además de una empresa de reforestación y otras actividades cuyo impacto, cual oropel, se diluyó rápidamente, ante la caída del precio del oro.
Un año antes, como corresponsal de la agencia ACAN-EFE, había entrevistado a un directivo de la empresa que ejecutaba el proyecto, quien habló de "las bondades" de esta actividad, además de las instalaciones a construirse: hidroeléctrica, carretera hacia la costa del Caribe y terminal portuaria.

En 1999 entrevisté a monseñor Carlos María Ariz, entonces vicario de Colón-Kuna Yala, respecto a la creación de la cuenca occidental del Canal y la intención de construir lagos e hidroeléctricas en esa región, y la percepción de las poblaciones campesinas respecto a estas obras.

Ariz destacó la frustración de la gente respecto al proyecto minero por el maná prometido que nunca llegó; y alertaba sobre la repetición de la mala experiencia con los grandes proyectos y la incredulidad de la gente respecto a sus beneficios.
Con el repunte del oro en los mercados internacionales, Petaquilla se reactivó y reportes de prensa han testimoniado su impacto en la cubierta boscoso, precisamente en un área que forma parte del Corredor Biológico Mesoamericano. Son imágenes dantescas que anuncian el impacto que -de no tomarse severas medidas de mitigación ambiental- tendría una vez se empiece a extraer el mineral, pues se trata de una mina a cielo abierto.

Junto a un grupo de periodistas, y a invitación de la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ANCON), llegué a la comunidad de Coclesito, en el corregimiento de San José del General; a fin de visitar el proyecto minero, donde no pudimos llegar porque en la empresa no habían coordinado para atender a los visitantes.

Al llegar a Coclesito abordamos a varios pobladores y registramos la opinión favorable al proyecto minero e incluso un funcionario del MIDA destacó que, si bien puede haber daños al medio ambiente, el proyecto llevará beneficio a la comunidad; e incluso señaló a representantes de la iglesia como responsables de las protestas en contra de la explotación aurífera.

A pocos metros, en la iglesia de la comunidad, un grupo de campesinos e indígenas hacía los preparativos para una vigilia, pintando telones con mensajes alusivos al rechazo del proyecto minero.

El grupo visitó las comunidades de San Juan de Turbe, Las Quebradas de Turbe y Molejón, luego de atravesar el río San Juan, en cuyo cauce turbio se percibe el impacto que está teniendo la deforestación aguas arriba.

Fue impactante el paso de grandes camiones cargando toneladas de material del río San Juan y me pregunté sobre el tamaño de la fosa que debe haber en el lugar donde extraen tantas piedras y si contaban con los permisos para sacarlas.

Los campesinos han denunciado que la minería ha incrementado la erosión y derrumbes en áreas quebradas; y que ya no pueden tomar agua del río, ante la gran cantidad de sedimento y, destacan, la presencia de cianuro, cal y otras sustancias que utilizan en esta actividad.

Una señora, madre de tres niños, residente en el área de Loma Blanca, narró el susto que pasó junto a sus hijos, ante una gran explosión ocasionada por la empresa minera para romper la roca de un cerro, ubicado a unos doscientos metros de su vivienda.

Al llegar a Molejón, a orillas del río Turbe hay una garita en la cual un señor informa que por orden de la empresa es prohibido pasar. Pasé el retén para ver el río Turbe, y me llamó la atención la turbiedad del agua (por el lodo), con la cual varias señoras enjuagaban la ropa que acababan de lavar.

Lo cierto es que si bien, camino a Coclesito se ve el impacto de la empresa minera en esta región, basta visitar las comunidades aledañas y, por ende, más vulnerables al proyecto, para palpar el descontento de quienes sienten que su nivel de vida no ha mejorado y perciben sobre ellos la amenaza que conlleva la deforestación, la contaminación, la escasez de agua, y la desaparición de la vida silvestre.

Al día siguiente, el presidente Martín Torrijos, estuvo en Coclesito, en un acto conmemorativo del fallecimiento de su padre, el general Omar Torrijos, y en el cual dio un discurso breve, y, tras ser abordado por los medios respecto a este proyecto, dijo que la explotación minera es una actividad que hay que aprovechar, advirtiendo que siempre y cuando las empresas respeten las normas ambientales.

Este es el meollo del asunto, porque todo mega proyecto impacta al medio ambiente y áreas cercanas; y ya en Coclesito se siente la transformación que ocasiona la actividad minera: por un lado se ha mejorado el camino de Llano Grande a esta comunidad, y la empresa hace donación e invierte en obras sociales, mientras que montaña arriba el medio ambiente recibe los primeros embates.

Por ello, es necesario vigilar esta actividad, sobre todo tratándose de una mina a cielo abierto; por lo que tocará a la Autoridad Nacional del Ambiente y organizaciones como ANCON velar para que la empresa cumpla rigurosamente con las normas ambientales; porque no basta con entregar tal o cual donación y destacarlo con bombos y platillos en espacios pagados.