jueves, 6 de septiembre de 2007

ANCON alertará a panameños sobre impacto ambiental de mina de Petaquilla

Por Carlos Camarena Medina
Periodista

La Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (ANCON) dejó muy en claro ante la opinión pública panameña su preocupación por los impactos de las operaciones del proyecto minero Petaquilla Minerals, tanto en esta primera fase de extracción de oro como en la futura explotación de cobre, en un área de 13 mil hectáreas en la comunidad de Coclesito, provincia de Colón.

En conferencia de prensa, la directora ejecutiva de ANCON, Alida Spadafora, advirtió que la principal organización ambientalista del país no escatimará esfuerzos para informar y alertar a la comunidad panameña sobre los impactos de este proyecto minero, a la vez que procurará alianzas con sectores y organizaciones de defensa del ambiente brindando respaldo científico para apoyar futuras acciones.

Spadafora dio estas declaraciones luego de visitar el pasado 24 de agosto el proyecto minero y destacó que se trata de una extracción minera que se hará en un área de rica biodiversidad, que forma parte del Corredor Biológico Mesoamericano. Es una región muy frágil donde la afectación de los ecosistemas, impactará a los seres humanos que habitan esta zona montañosa, agregó.

En tono pausado y firme, la directora ejecutiva de ANCON precisó que no se pueden desarrollar actividades que no sean compatibles con las fortalezas que tiene Panamá, como el turismo, por ejemplo. “Si hay que cerrar cualquier proyecto que atente contra la biodiversidad, se tiene que cerrar”, subrayó.

Precisó que fiel a su misión, ANCON siempre defenderá la conservación de los recursos de la rica biodiversidad del país ante cualquier situación o proyecto que atente contra su degradación y por ende la calidad de vida de las comunidades aledañas y del país en general.

"Nos preocupa sobremanera que en este caso concreto se trate de la afectación de más de 13,000 hectáreas que forman parte del Corredor Biológico Mesoamericano, impactando directamente los servicios ambientales (forestales, hídricos, biodiversidad, aire, suelos, salud, entre otros), por la destrucción de bosques primarios y por los riesgos asociados en el uso de químicos que serán utilizados en el proceso de extracción de minerales en el sitio de emplazamiento de la mina", manifestó.

Precisó que como organización ambiental de la sociedad civil, directivos de ANCON visitaron el sitio de la mina el pasado 24 de agosto, junto con funcionarios de ésta, a quienes les comunicaron su profunda preocupación por los impactos del desarrollo de su actividad, especialmente tomando en cuenta la fragilidad de los ecosistemas tropicales característicos del sitio, que a la vez tiene la particularidad de ser uno de los reductos de bosques primarios mejor conservados del país, donde precisamente se desarrolla la extracción minera.

Spadafora dijo que reconociendo las necesidades de las comunidades del área, recomiendan al estado y otros agentes del desarrollo la realización de análisis y planes que promuevan alternativas en pro de mejorar la calidad de vida y condición de desarrollo, pero que a la vez sean amigables con el ambiente y coherentes con el uso sostenible de las riquezas naturales.

Destacó que al momento que hicieron la visita al proyecto minero, las obras que se realizan no cuentan con el aval del Estudio de Impacto Ambiental aprobado por la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), porque este documento nada más ha sido admitido. “Y eso es ilegal”, destacó.

La directora ejecutiva de ANCON expresó su preocupación por el impacto que tendrá una mina a cielo abierto en un área caracterizada por sus bosques, muchos de ellos primarios y vírgenes. Ya se han abierto los caminos y eso no se va a quedar ahí, añadió.

Reiteró que se trata de un área rica en biodiversidad y que la conservación de esta cubierta boscosa, por todos los beneficios que ofrece a las comunidades adyacentes y al país, “es nuestro verdadero oro”.

“Por todo lo anterior ANCON no escatimará esfuerzos para informar y alertar a la comunidad panameña sobre los impactos de este proyecto minero a la vez que procurará alianzas con sectores y organizaciones de defensa del ambiente brindando respaldo científico para apoyar futuras acciones”, precisó la directora ejecutiva de ANCON, quien agregó que en vista que la mina está dentro de un área que pertenece al Corredor Biológico Mesoamericano, proyecto que cuenta con financiamiento internacional, se podría tomar acciones de presión a nivel internacional.

El proyecto minero de Petaquilla está ubicado en la comunidad de Coclesito, corregimiento de San José del General, distrito de Donoso. Actualmente, la empresa minera realiza una intensa campaña de relaciones públicas, haciendo donaciones, habilitando escuelas y hospitales, además de la dotación de medicamentos y equipos útiles para los centros escolares.

Camino a Coclesito se ve el impacto de la empresa minera en esta región, pero basta visitar las comunidades aledañas y, por ende, más vulnerables al proyecto, para palpar el descontento de quienes sienten que su nivel de vida no ha mejorado y perciben sobre ellos la amenaza que conlleva la deforestación, la contaminación, la escasez de agua, y la desaparición de la vida silvestre.

Todo mega proyecto impacta al medio ambiente y áreas cercanas; y ya en Coclesito se siente la transformación que ocasiona la actividad minera: por un lado se ha mejorado el camino de Llano Grande a esta comunidad, y la empresa hace donación e invierte en obras sociales, mientras que montaña arriba el medio ambiente recibe los primeros embates.

Por ello, es necesario vigilar esta actividad, sobre todo tratándose de una mina a cielo abierto; por lo que tocará a la Autoridad Nacional del Ambiente y organizaciones como ANCON velar para que la empresa cumpla rigurosamente con las normas ambientales; porque no basta con entregar tal o cual donación y destacarlo con bombos y platillos en espacios pagados.

martes, 4 de septiembre de 2007

Treinta años después, la historia nos da la razón


Por Carlos Camarena Medina
Periodista

Quizá hace 30 años, cuando se firmaron los tratados Torrijos-Carter, que marcaron el fin de la presencia de tropas estadounidenses acantonadas en Panamá y la devolución del Canal y las áreas revertidas a los panameños, no imaginé la trascendencia que con los años tendría este hecho histórico que desde entonces ha marcado la vida de los panameños, más allá de la salida de los gringos de nuestro país.

Se veía todo tan lejano, pero lo cierto es que dos años después, el 1 de octubre de 1979, entraron a regir los tratados del Canal, con un acto lleno de simbolismo: la izada de la bandera panameña en la cima del cerro Ancón, emblema que todos los días nos recuerda que ya desapareció aquellas cercas y retenes que impidieron a panameños entrar a áreas que formaban parte del territorio nacional.

Los años 80 y 90 pautaron un proceso de reversión armónica y tengo un especial recuerdo de lo que fue la reversión de Fuerte Davis (otrora sede de la Escuela de Las Américas) y, como periodista y testigo de primera línea, viví la emotividad de ver cómo se arreaba la bandera estadounidense para luego izar el emblema panameño.

El año 1999 llegó y quiso el destino que quienes 23 años atrás habían adversado los tratados Torrijos-Carter y se opusieron a la reversión del Canal a Panamá, les tocara recibirlo. En aquella ocasión fue un acto lleno de simbolismo, cuando terminado el conteo formal y los actos protocolares, el público asistente rompió las normas y escaló las escalinatas del edificio de la administración del Canal.

No hay que obviar que, a pesar de tratarse de una fiesta nacional, a los que les tocó recibir el Canal desde el Gobierno no se le notaba el entusiasmo, que quizá les hubiera embargado de considerar ellos este logro como algo propio. En el fondo, los remordimientos por haber adversado los tratados del Canal salieron a relucir.

El pasado 22 de octubre el pueblo panameño aprobó de manera abrumadora el proyecto de ampliación del Canal; y este 3 de septiembre, a 30 años de la firma de los tratados Torrijos-Carter, iniciaron los trabajos de ampliación, con una explosión en el cerro Paraíso, en una acto igual de concurrido que cuando el Canal revirtió a Panamá, lleno de simbolismo y esperanza.

Y digo esperanza, porque a pesar de las críticas viscerales de quienes no tienen la gallardía de reconocer las cosas buenas; el proyecto de ampliación del Canal es una obra de futuro que traerá consigo mejores días para los panameños.

¿Qué resolverá todos los problemas que nos aquejan? Eso lo dirá el tiempo, pero lo cierto es que, tal como lo dijo el presidente Martín Torrijos, en el histórico acto de inicio de ampliación del Canal: este proyecto no es de nadie, ni nadie se puede abrogar la paternidad, pues “los panameños somos los únicos socios, los únicos accionistas y sus únicos dueños”.

Y así será, porque como sucedió, que a quienes adversaron los tratados Torrijos-Carter en 1977 la historia les dio una lección y les tocó recibir el Canal el mediodía del 31 de diciembre de 1999; así mismo los que se opusieron tenazmente y abogaron por el no en el referéndum del pasado 22 de octubre -irrespetando y tratando de vendidos y corruptos a los que no compartían sus puntos de vistas- ahora exigen trabajar en las obras de ampliación del Canal, con todo el derecho que les compete. Así de noble es este proyecto.

Se trata, pues, de una obra que pertenece por entero al pueblo panameño y sólo a él le corresponde el mérito histórico y a él sólo le corresponden los beneficios que genera ahora y en el futuro, precisó Torrijos.

Por ello, el mandatario señaló que ha llegado el momento del Panamá de las visiones compartidas, no el de los proyectos políticos egoístas; del Panamá que suma, el que aporta ideas y no el de enfrentamientos que a nada conducen y que nada construyen, porque “los panameños no tenemos vocación de odio y hemos demostrado cordura y sabiduría cuando se ha tratado de imponer la pequeñez y la mezquindad”.

“Que este acto sirva para que nunca más la familia panameña la divida el odio y las confrontaciones. Que este 3 de septiembre quede registrado como el día donde juntos hicimos que fuese más altiva y más grande nuestra patria. Estamos siendo testigos de un hecho singular e irrepetible. Los panameños de hoy hemos tenido el excepcional privilegio de vivirlo y alcanzar una altura que los pueblos sólo logran en momentos muy especiales de su historia”, puntualizó Torrijos.