martes, 4 de septiembre de 2007

Treinta años después, la historia nos da la razón


Por Carlos Camarena Medina
Periodista

Quizá hace 30 años, cuando se firmaron los tratados Torrijos-Carter, que marcaron el fin de la presencia de tropas estadounidenses acantonadas en Panamá y la devolución del Canal y las áreas revertidas a los panameños, no imaginé la trascendencia que con los años tendría este hecho histórico que desde entonces ha marcado la vida de los panameños, más allá de la salida de los gringos de nuestro país.

Se veía todo tan lejano, pero lo cierto es que dos años después, el 1 de octubre de 1979, entraron a regir los tratados del Canal, con un acto lleno de simbolismo: la izada de la bandera panameña en la cima del cerro Ancón, emblema que todos los días nos recuerda que ya desapareció aquellas cercas y retenes que impidieron a panameños entrar a áreas que formaban parte del territorio nacional.

Los años 80 y 90 pautaron un proceso de reversión armónica y tengo un especial recuerdo de lo que fue la reversión de Fuerte Davis (otrora sede de la Escuela de Las Américas) y, como periodista y testigo de primera línea, viví la emotividad de ver cómo se arreaba la bandera estadounidense para luego izar el emblema panameño.

El año 1999 llegó y quiso el destino que quienes 23 años atrás habían adversado los tratados Torrijos-Carter y se opusieron a la reversión del Canal a Panamá, les tocara recibirlo. En aquella ocasión fue un acto lleno de simbolismo, cuando terminado el conteo formal y los actos protocolares, el público asistente rompió las normas y escaló las escalinatas del edificio de la administración del Canal.

No hay que obviar que, a pesar de tratarse de una fiesta nacional, a los que les tocó recibir el Canal desde el Gobierno no se le notaba el entusiasmo, que quizá les hubiera embargado de considerar ellos este logro como algo propio. En el fondo, los remordimientos por haber adversado los tratados del Canal salieron a relucir.

El pasado 22 de octubre el pueblo panameño aprobó de manera abrumadora el proyecto de ampliación del Canal; y este 3 de septiembre, a 30 años de la firma de los tratados Torrijos-Carter, iniciaron los trabajos de ampliación, con una explosión en el cerro Paraíso, en una acto igual de concurrido que cuando el Canal revirtió a Panamá, lleno de simbolismo y esperanza.

Y digo esperanza, porque a pesar de las críticas viscerales de quienes no tienen la gallardía de reconocer las cosas buenas; el proyecto de ampliación del Canal es una obra de futuro que traerá consigo mejores días para los panameños.

¿Qué resolverá todos los problemas que nos aquejan? Eso lo dirá el tiempo, pero lo cierto es que, tal como lo dijo el presidente Martín Torrijos, en el histórico acto de inicio de ampliación del Canal: este proyecto no es de nadie, ni nadie se puede abrogar la paternidad, pues “los panameños somos los únicos socios, los únicos accionistas y sus únicos dueños”.

Y así será, porque como sucedió, que a quienes adversaron los tratados Torrijos-Carter en 1977 la historia les dio una lección y les tocó recibir el Canal el mediodía del 31 de diciembre de 1999; así mismo los que se opusieron tenazmente y abogaron por el no en el referéndum del pasado 22 de octubre -irrespetando y tratando de vendidos y corruptos a los que no compartían sus puntos de vistas- ahora exigen trabajar en las obras de ampliación del Canal, con todo el derecho que les compete. Así de noble es este proyecto.

Se trata, pues, de una obra que pertenece por entero al pueblo panameño y sólo a él le corresponde el mérito histórico y a él sólo le corresponden los beneficios que genera ahora y en el futuro, precisó Torrijos.

Por ello, el mandatario señaló que ha llegado el momento del Panamá de las visiones compartidas, no el de los proyectos políticos egoístas; del Panamá que suma, el que aporta ideas y no el de enfrentamientos que a nada conducen y que nada construyen, porque “los panameños no tenemos vocación de odio y hemos demostrado cordura y sabiduría cuando se ha tratado de imponer la pequeñez y la mezquindad”.

“Que este acto sirva para que nunca más la familia panameña la divida el odio y las confrontaciones. Que este 3 de septiembre quede registrado como el día donde juntos hicimos que fuese más altiva y más grande nuestra patria. Estamos siendo testigos de un hecho singular e irrepetible. Los panameños de hoy hemos tenido el excepcional privilegio de vivirlo y alcanzar una altura que los pueblos sólo logran en momentos muy especiales de su historia”, puntualizó Torrijos.

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